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Escenas: “El bueno, el malo y el raro” (2008)

En la convulsa Manchuria de los años 30, el mapa de un tesoro va a poner tras su pista a chinos, japoneses y coreanos enfrentando a tres bandas a un cazarrecompesas (el bueno), un asesino a sueldo aficionado a cortar dedos (el malo) y un inclasificable bandido (el raro). Homenaje con sabor kimchi a una de las obras capitales de Sergio Leone, “El bueno, el malo y el raro” es ante todo una colosal aventura, una fiesta para los ojos que arranca con el espectacular asalto a un tren y alcanza el éxtasis final en una carrera entre cañonazos y galope de caballos. Un divertimento en estado puro.

El Imperio Japonés ha conquistado Corea y se dispone a continuar su avance hasta China y Rusia. Los tres exiliados coreanos tendrán que lograr su objetivo en una espectacular a la par que delirante persecución entre japoneses, chinos, el ejército rebelde coreano y las bandas mafiosas, en una imparable carrera por el desierto del Gobi con motos, saltos, ametralladoras, cañonazos, caballos y jeeps, para ser el primero en conseguir el ansiado tesoro. Os dejo con la citada persecucción por el desierto de nada más y nada menos que ¡16 minutos! en HD y VOSE de este fantástico western posmoderno filmado y montado con una pericia verdaderamente extraordinaria. Ralentís, zooms a lo bestia, grúas, travellings desde coche, contrapicados extremos, tomas aéreas… de todo un poco vaya.

Todo un espectáculo de ritmo, música (con el temazo “Don’t let me be misunderstood”, ya escuchado en el díptico “Kill Bill” de Quentin Tarantino) y puro delirio. Espero que disfrutéis de esta acojonante set piece.

Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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