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Crítica: “Dando la nota” (Jason Moore, 2012)

dando_la_notaBeca (Anna Kendrick) es de esas chicas que prefiere escuchar lo que sale de sus cascos a lo que pueda decirle alguien. Al llegar a la universidad, no tiene cabida en ningún grupo, pero la obligan a unirse a uno que jamás habría escogido, formado por chicas malas, chicas buenas y chicas raras que solo comparten una cosa: lo bien que suenan cuando están juntas cantando a coro. Beca quiere que el grupo de canto acústico salga del tradicional mundo musical y llegue a alcanzar armonías nuevas y sorprendentes. Las chicas deciden escalar puestos en el despiadado mundo del canto a cappella universitario. Su intento puede acabar siendo lo mejor que han hecho, o quizá su mayor locura. Probablemente sea una mezcla de las dos cosas.

No creo que descubra nada si digo que la comedia estadounidense (salvo contadas excepciones) genera unos cuantos excrementos tamaño XXL año sí año también. Desde las sobrevaloradas cintas de jovenzuelos con acné repletas de humor de brocha gorda hasta esos productos asquerosamente conservadores para toda la familia. La combinación comedia juvenil + música hacía presagiar lo peor ya que suele ser un binomio fatal en los tiempos que corren, pero nada más lejos de la realidad. Estamos ante un film que se aparta del prototipo de musicales estúpidos que tanto abundan hoy en día (“High School Musical“, “Camp Rock“, “Step Up“) y sin inventar nada consigue entretener y divertir al espectador, manteniendo eficazmente un equilibrio entre lo gamberro y lo íntimo además de rendir un agradecido (aunque metido un poco con calzador) homenaje al cine ochentero de John Hughes, en concreto a la mítica “El club de los cinco“.

El argumento de la película gira en torno al típico concurso entre universidades, en esta caso, de cantos a cappella. Lo interesante de la propuesta no radica en la historia propiamente dicha sino en su apuesta por un modelo más hughiano, para nada inocente y con unos diálogos que rebosan mala leche gamberra. El elenco de actrices (cuya presencia en pantalla resulta infinitamente más potente que el grupo de chicos) llevan el peso del film de forma muy convincente. Todas ellas gozan de carisma y su particular personalidad. Tenemos a la rubia calculadora, exigente y con crisis intestinales (atención a las monumentales potadas que echa xD), a la indie alternativa guay que encima es DJ creativa, a Amy la gorda (una de las más genuinas y saladas de todo el elenco), la japonesa friki que se comunica en voz baja (de lo mejorcito de la cinta), la chica operada de nódulos en la garganta, la maciza adicta al sexo y la negra lesbiana. Todas ellas forman un conjunto variopinto y sumamente extravagante pero que a la postre funcionan en pantalla gracias a una química especial.

La brillante actuación final de las Bellas de Barden.
La Bellas de Barden desmelenándose en su última actuación.

Otro de los puntos fuertes de la cinta son los comentaristas del concurso. Sus frases fuera de tono, puyitas y demás lindezas arrancarán más de una carcajada al espectador. Sin duda el momento más brillante y emotivo de la cinta es toda la parte final con esos popurrís perfectamente hilados: El homenaje a “El club de los cinco (la película favorita del personaje principal masculino) por parte de ella (nueva líder de Las Bellas de Barden) abandonando de paso el apalancamiento del grupo, y a “Magic” (como mago que es) por parte de él, también nuevo jefe de los Treblemakers.

Una película no exenta de clichés pero que sin embargo resulta fresca, equilibrada, repleta de un entusiasmo que contagia (maravillosos números musicales), por momentos desternillante (la escena de la discusión múltiple entre las chicas) y con una cover fantástica de “Don’t you” de Simple Minds (el auténtico leitmotiv de la película). Una grata sorpresa en forma de musical cómico que a la vez supone una crítica mordaz al mundillo cenutrio de las universidades americanas y sus ridículas modas.

Xavi Darko

Hastiado de los klingons y trolls que proliferaban en mi escuela secundaria, acabé mudándome a Tatooine, un lugar libre de trekkies en donde a pesar de los cansinos Tusken, abundaba el buen tiempo, el mercadeo y las carreras de vainas. La paz y la tranquilidad reinaban hasta que un buen día quedaron quebrantadas por la irrupción de un tipo peculiar cuyo perfil se ajustaba al de los tifosi radicales del AC Milan. Se hacía llamar Darth Maul y entre hostia y hostia me rebeló que era mi padre. Como buen desertor sith, decidí migrar a un planeta verde y fértil llamado Endor del cual fui posteriormente desterrado debido al incendio masivo de cabañas de unos cada día más insoportables ewoks. Sin ganas de más mamoneo intergaláctico, decidí volver al mundo real y escribir sobre cine, tanto del que adoro como del que aborrezco. Cuando me jubile espero vivir en Hill Valley y escribir críticas positivas de las cintas de Uwe Boll.

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